BLOG DE SALUD

¿Cómo saber si sufrimos vértigo?

El doctor, Francisco Gómez, otorrinolaringólogo de Clínica Alemana Osorno, explica las características principales de este cuadro, que constituye uno de los motivos de consulta médica más frecuentes de los servicios de urgencia. 

 

Cuando percibimos de manera súbita, que nuestro entorno gira sin cesar o que nosotros mismos damos vueltas sin siquiera movernos, con la consiguiente sensación de mareo, desequilibrio o aturdimiento, podemos estar presentando un cuadro de Vértigo.

Un síntoma que suele producirse después de los 30 años por alteraciones en el oído o a nivel vascular y neuronal, y que a continuación, explica el doctor, Francisco Gómez, otorrinolaringólogo de Clínica Alemana Osorno.

 

– ¿Qué es el Vértigo?

El vértigo es un síntoma y corresponde a una sensación rotatoria, los pacientes que lo sufren describen habitualmente como si ellos o el mundo girara a su alrededor sin parar.

Está presente en algunos trastornos del equilibrio, al igual que el mareo, y constituye uno de los motivos más frecuentes de consulta médica en los servicios de urgencia a toda edad, ya que frecuentemente provocan angustia por miedo a sufrir caídas y pueden llegar a tener gran impacto en la calidad de vida de las personas, que en muchas oportunidades pueden restringir sus actividades físicas, sociales y laborales.

Se estima que una de cada tres personas ha padecido alguna vez un episodio de vértigo, siendo más frecuentes en mujeres, especialmente, entre los 30 y 50 años.

 

– ¿Por qué se producen?

 Clínicamente diferenciamos 2 grandes grupos de Vértigo.

El primer grupo corresponde a los Vértigos Periféricos, cuyas principales causas son fallas en el laberinto vestibular, sensor que registra los movimientos de la cabeza y que está ubicado en el oído interno o un problema en el nervio vestibular, que lleva la información del equilibrio al cerebelo, coordinador de los movimientos del cuerpo.

Por su parte, los Vértigos Centrales, es un grupo más reducido que puede tener un origen vascular o tumoral de mayor gravedad en las estructuras del nervio vestibular y del cerebro.

La Otorrinolaringología se encarga principalmente del estudio y tratamiento de los vértigos de tipo periférico, entre los que se encuentran el Vértigo Postural Paroxístico Benigno (VPPB), La Neuronitis Vestibular, Los Hidrops Endolinfáticos como La Enfermedad de Meniere, entre otros.

 

¿Cuáles son los tipos de vértigos más frecuentes?

El tipo más común de vértigo es el llamado Vértigo Postural Paroxístico Benigno. Es un vértigo fugaz, que dura unos segundos y que generalmente se asocia a los movimientos de la cabeza. Lo típico es que el paciente cuenta que cuando inclina la cabeza hacia arriba o abajo o cuando se acuesta en la cama y se gira a la derecha o izquierda, nota que por unos segundos que la habitación le da vueltas, pudiendo estar acompañado de nauseas. Esto se debe al movimiento de unos cristales dentro del oído interno que estimula al nervio vestibular desencadenando los síntomas. Corresponden al 50 % de los vértigos periféricos en mayores de 60 años y más común en mujeres.

Le sigue en frecuencia la Neuronitis Vestibular que se cree corresponde a una infección viral del nervio vestibular que desencadena una crisis aguda de vértigo, asociado a intensas náuseas y vómitos que puede durar varios días y que habitualmente lleva a los pacientes a consultar en las unidades de emergencia. Este vértigo afecta por igual a hombres y mujeres y su incidencia máxima esta entre los 40 y 50 años.

En tercer lugar, está la Enfermedad de Meniere que se manifiesta entre los 30 y 50 años y se caracteriza por cuadro de vértigo recurrente asociado a hipoacusia o perdida auditiva y zumbido de oídos que se produce por la dilatación del espacio endolinfático del oído. Afecta principalmente a mujeres.

Es importante señalar que en estos cuadros puede influir el estrés y la sobrecarga emocional, que amplifican los trastornos del equilibrio.

 

– ¿Cómo se realiza su diagnóstico?

Es necesario un adecuado y oportuno diagnóstico, tanto para comenzar a tratarlo lo antes posible (lo que se asocia a una mejor y más rápida recuperación), como para descartar los casos en que la causa es de origen vascular, neurológico o de mayor gravedad.

Hasta hace pocos años, las alternativas disponibles para evaluar este tipo de patología eran limitadas y tendían a provocar molestos síntomas en los pacientes. Aunque estos métodos siguen teniendo gran utilidad, actualmente existen nuevas tecnologías que permiten evaluar con mayor precisión y sensibilidad el sistema del equilibrio. Entre los exámenes de apoyo diagnostico tenemos Examen de VIII par, vHIT, Electronistagmografia, Resonancia Magnética Nuclear.

 

– ¿Cuál es su tratamiento?

El tratamiento, dependerá de la causa, dentro del abanico de tratamientos se encuentran algunos medicamentos orales como sedantes vestibulares, antieméticos, la posibilidad de inyectar fármacos en el oído a través del tímpano, pero sobre todo destacan las maniobras de reposicionamiento de la cabeza y ejercicios de rehabilitación del equilibrio, que permiten corregir estos trastornos de manera efectiva y rápida.

 

– ¿Cuándo es recomendable consultar al médico?

En la medida que los mareos se hacen más frecuentes y no hay una causa clara, se debe acudir al médico.

Se debe consultar al otorrinolaringólogo, si el síntoma predominante es el vértigo y más aún, si se acompaña de síntomas o molestias auditivas.

En cambio, se debe acudir al neurólogo si existen otros síntomas de tipo neurológico como dolores de cabeza o pérdida de conciencia, entumecimiento u hormigueo, debilidad de las piernas, entre otros.

 

– ¿Existen medidas para prevenir el vértigo?

Si, existen algunas recomendaciones para prevenir el vértigo periférico. Por ejemplo, se debe evitar la aparición de otitis o tapones de cerumen, manteniendo siempre las orejas limpias y secas en verano y protegiéndolas del frío en invierno.

También debemos realizar revisiones auditivas periódicas. Apostar por una alimentación sana y evitar el tabaco y el café.

Asimismo, se sugiere mantener una buena postura corporal, evitando bajar la cabeza por debajo de los hombros, estirar el cuello hacia arriba o realizar giros bruscos.

Por último, también se recomienda disminuir el consumo de los medicamentos ototóxicos, entre los que se encuentran ciertos fármacos diuréticos y algunos antiinflamatorios y antibióticos.